Ansiedad opositora

La ansiedad es una manifestación esencialmente afectiva. Se trata de una vivencia, de un estado subjetivo o de una experiencia interior, que podemos calificar de emoción. La ansiedad es un mecanismo humano de adaptación al medio y ayuda (si su intensidad no es excesiva) a superar ciertas exigencias de la vida. En este sentido podemos considerar a la ansiedad como una defensa organizada frente a estímulos o cambios que rompen el equilibrio fisiológico, social y psicológico.   Existen una ansiedad positiva, una ansiedad neurótica y una ansiedad negativa.

La ansiedad positiva se entronca con lo cotidiano y entra de lleno en el campo de la motivación que nos hace alcanzar metas. La ansiedad normal y proporcionada, así como sus manifestaciones, no puede ni deben eliminarse, dado que se trata de un mecanismo funcional y adaptativo frente a las modificaciones y cambios que manifiesta el entorno. Se trata de saber convivir con la ansiedad, sin perder la operatividad. Ahora bien, la ansiedad neurótica es ya otra cosa y tiene otro significado que hay que situar en la órbita de las enfermedades psíquicas que provoca respuestas de evitación e inhibición, que mantiene un estado de alerta prolongado sin justificación alguna.

En cambio, la ansiedad negativa -esa que ataca actualmente a la derecha más conservadora, desesperada ante la agenda de cambios y reformas del gobierno de la Presidenta Bachelet- se caracteriza por una suma compleja de sentimientos de malestar, preocupación, hipervigilancia, tensión, temor, inseguridad, sensación de pérdida de control (sobre el sistema político), y en especial una percepción de fuertes cambios fisiológicos y sociales que no logran entender ni digerir.

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