Las negociaciones entre los partidos políticos por la continuidad del proceso constituyente, parecen encontrarse en un punto crucial y decisivo. Sin escuchar la voz de los ciudadanos, sin tomar en cuenta la gravedad política y social que tendría el fracaso de este proceso y con un retraso en los tiempos que da espacio para una creciente incertidumbre social y política, el proceso constituyente está paralizado en detalles que son decisivos, entre ellos, la forma de elegir al órgano que debe redactar la nueva Constitución.
Se ha avanzado en los mínimos fundamentales para construir una nueva Constitución y el diálogo entre los partidos no ha concluido.
Evidentemente, los sectores más extremos de la oposición tratan de forzar el fracaso del diálogo o dilatar para hacerlo inviable.
Uno de los nudos críticos es la composición del órgano constituyente, cualquiera sea el nombre que quiera dársele. La mayoría de la ciudadanía ha expresado claramente en las urnas en 2020, que ese órgano debe ser 100% elegido mediante voto popular. La oposición de derecha trata de colocar barreras políticas para evitar la decisión popular: expertos más o menos, composición mixta con especialistas elegidos por los partidos, el Congreso como barrera de contención para que la ciudadanía deba decidir sobre un texto constitucional suficientemente arreglado y manoseado por los partidos políticos.
No es que la Constitución hace al pueblo, es el pueblo el que hace la Constitución.
El sistema político en Chile, las instituciones políticas y la Constitución del siglo pasado están en crisis, una crisis profunda que fue una de las causas del estallido social de 2019.
Para que una nueva Constitución sea reconocida y legitimada como la norma que regirá el país para los próximos decenios, es indispensable que todo el proceso constituyente sea legítimo y cuente con la adhesión y participación de la ciudadanía. Así funciona la democracia representativa.
Manuel Luis Rodríguez U.
Diciembre 5 de 2022.-
COYUNTURA POLITICA 