algunas leyes de la física aplicadas a la política contingente

En la física clásica se habla de fuerzas centrípetas y fuerzas centrífugas según sea el grado de predominio de unas u otras dentro de un sistema de fuerzas.

Las fuerzas centrípetas son aquellas fuerzas que conducen hacia la unificación, hacia la cohesión, que tienden a unificarse, que buscan su centro o punto de equilibrio y se acomodan a los factores magnéticos que los impulsan unos hacia otros.  Las fuerzas centrífugas  su vez, son aquellas fuerzas que tienden a la separación, a la disgregación, a la diseminación: huyen del centro y se desacomodan buscando los factores que los impulsan unos contra otros.

Esta ley de la física mecánica puede servir como modelo conceptual para caracterizar el estado actual de los dos bloques dominantes del sistema político en Chile: conjeturamos la hipótesis de que asistimos a un momento del proceso político en que parecen comenzar a manifestarse y a predominar las fuerzas centrífugas.

La Concertación, como bloque político de centro-izquierda en el poder, se manifiesta en una fase de predominio de las fuerzas centrífugas: acosada por las corrientes subterráneas que la carcomen, los innombrables casos de corrupción que la desprestigian (desde diputados que son desaforados hasta servicios públicos cuestionados), la Concertación parece experimentar diversas fuerzas y corrientes centrífugas.  Es la coalición que más divisiones ha experimentado en casi todos sus partidos integrantes.

La Alianza por Chile, como bloque político conservador-liberal en el poder, se manifiesta tambien en una fase de predominio de sus fuerzas centrífugas. Acosada por su propia desnudez discursiva, su propia pobreza propositiva y sus casos de corrupción crecientes, pierde el centro de su propia estrategia.  No solo no ha sido capaz de ganar democráticamente una elección presidencial desde 1958 hasta el presente, sino que sus dos corrientes o tendencias, se orientan principalmente por el interés individual o grupal de sus líderes y grupos internos de poder.  En las dos últimas elecciones presidenciales, la Alianza por Chile ha seguido la misma estrategia equívoca de presentar dos candidatos, bajo la hipótesis de que 2 mas 2 sumarían 4, en circunstancias que en la derecha chilena (ya ha quedado demostrado), 2 más 2 sólo suman 3. 

En relación con el poder, y en particular con el poder ejecutivo y el poder legislativo, ambas coaliciones juegan el juego de mantenerse en el poder o de tratar de alcanzarlo, siguiendo la táctica de combatirse internamente aún a costa de perjudicar su imagen y sus pretensiones inmediatas, porque el sistema binominal las beneficia con un reparto completo de los escaños parlamentarios.

De este juego de fuerzas y de las sucesivas divisiones y «derrames» que han experimentado los dos actores del bloque político en el poder, han salido pequeñas organizaciones y grupos menores que no terminan de instalarse en el escenario político con alguna propuesta novedosa o diferente: solo han actuado hasta el momento como meras fuerzas auxiliares de unos y otros. 

Al interior de este sistema semicerrado de fuerzas, la presencia de una tercera fuerza sólo podría beneficiar a los ciudadanos, más que fatigados con una doble oferta que poco nuevo tiene que ofrecer, una Concertación desgastada por la inercia, y una Alianza inerte en su propio desgaste.

Manuel Luis Rodríguez U., Cientista Político

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